Navidad 2013
Queridos amigos y amigas:
El año 2000 se proclamaron a los cuatro vientos los fines del Milenio de los próximos 15 años: reducción de pobreza, enfermedad, ignorancia. . . En víspera de llegar a la fecha indicada por los “padres” del Milenio, se ha celebrado en Yakarta (Indonesia), la VI Conferencia de Vía Campesina, relacionada con el hambre y la pobreza en el mundo. Una reunión en la que se volvió a exigir que se garantice la alimentación para todos los seres humanos; el acceso a tierra, al agua y a semillas nativas, la producción campesina de alimentos, la educación pública, salario digno, pensión digna… Se atrevieron a solicitar que un porcentaje de las ventas del petróleo sirva para combatir el hambre. Que porcentajes públicos, entre el 10% y el 20%, sean destinados a la educación, salud y la producción campesina de alimentos…
Esos mismos días, la Federación Internacional de Sindicatos pedía aunarse para conseguir la abolición de una práctica satánica, apoyada por muchos gobiernos cristianos, demócratas, civilizados: la práctica del trabajo precario-trabajo basura.
En el relato de la creación del mundo, leemos que, cuando por fin Dios creó las personas humanas: ” Vio que todo estaba muy bien”.
Pero algo se le escapo de las manos, y para arreglarlo, se hizo uno de los nuestros, asimilando la raíz humana del odio, la mentira, el abandono, la burla, el desprecio, la pobreza material… vivencias que el pobre de todos los tiempos sufre en sus carnes, y Dios, hecho Jesús, a la vez que nos dejaba un nuevo modelo de humanidad, la enaltecía haciéndola similar a la suya.
Dado el sufrimiento que las autoridades políticas, religiosas y financieras creaban entre la población sencilla, en Belen quiso ser reconocido como COMIDA, y descansó en un pesebre, lugar en el que el ganado es alimentado y reconoce al pastor.
Y COMIDA es de lo que se sigue privando a millones de personas, para que unos pocos, muy pocos, se enriquezcan de esa pobreza. Jesús, por su parte, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.
Los poderosos desprecian y abusan de los pobres; Jesús se identifica con ellos –“En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos mas pequeños, a mi me lo hicisteis”. Jesús menciona con cariño al pobre, más de 50 veces, en sus Evangelios. Por su parte, nuestros gobiernos fortalecen policías y ejércitos para impedir que los pobres, los marginados, los abusados, hagan oír sus derechos, proclamados por las Constituciones que los gobernantes dicen defender. En circunstancias así, ni policías ni ejércitos están constitucionalmente obligados a obedecer un gobierno que pisotea la Constitución.
Jesús fue un emigrante. Nuestros gobiernos, financieros, cristianos y otros, roban todo lo que pueden, y pueden mucho, en los países que nutren el mar de emigrantes. Las riquezas materiales de esos países burlan sus fronteras nacionales y encuentran alfombradas las fronteras de los países enriquecidos, a donde son destinadas. La riqueza humana de esos mismos pueblos, los tristemente llamados emigrantes, al llegar a los lugares donde su riqueza material puso alfombras, son recibidos por policías, perros, cuchillos, alambradas, muerte.
Antes de su nacimiento, ya Dios se había manifestado como el Dios de los últimos. ” No está en el numero tu fuerza, ni tu poder en los valientes, sino que eres el Dios de los humildes, el defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados” Jud. 9,11. Cercano a los abusados, sean personas en paro, emigrantes, enfermos sin derecho a la salud, jóvenes sin derecho a la educación, ancianos sin pensión. . .
Situaciones del estilo han inspirado la VI Conferencia de Vía Campesina, y la de los sindicatos antes mencionados.
Y situaciones del estilo han inspirado al Papa Francisco a asegurar que, si un niño pasa hambre, el papado no tiene sentido; que el pastor tiene que oler a oveja. Que la liturgia hay que celebrarla en la vida de los pobres. Que la jerarquía no significa autoridad, rigidez. . .
Una vez más nos disponemos a celebrar la venida de Jesús, a profesar nuestra fe incondicional en El. La Navidad.
Ángel Olaran