REFLEXIONES: HOMBRE Y MUJER LOS CREO
En cualquier familia cuando el matrimonio, la pareja, disfruta juntos de una cena, por mucho que la
haya disfrutado, lo más importante de la cena ocurre a las horas después, posiblemente cuando se haya
olvidado de lo que ha cenado y de la misma cena. Lo más importante de la cena está en toda la actividad
del cuerpo asimilando todos los nutrientes necesarios para que ambos continúen reponiendo fuerzas,
creando anticuerpos que puedan porteger la salud, expulsando lo que el cuerpo considere nocivo. De
hecho esa pareja no tiene constancia de ello, todo ocurre al margen de su programación. No así con el
hecho de cenar, que a lo sumo pudo llevarles un par de horas.
Cada vez que ese matrimonio, esa pareja se ofrece mutuamente el regalo de sus cuerpos, expresión
física del amor que les une, al igual que con la cena, por mucho que lo haya disfrutado, que les haya
unido ese encuentro, lo más importante del mismo para la vida de ambos juntos, tiene que ocurrir horas
o días después del encuentro a través de la fuerza, del espíritu que esa unión ha regenerado en ellos. Es
el amar después de hacer el amor. Ese encuentro tiene que tener una incidencia positiva en sus vidas
individuales y en especial en su entrega a dos: renovando el cariño, la sonrisa, la armonía entre ellos.
Renovando el deseo de amar y no la necesidad de ser amado; ser amado es secundario a amar. De igual
manera en su vida familiar, social. Al interior del sacramento de matrimonio, ese encuentro corporal
implícitamente debe conllevar la renovación de las promesas del día de la boda. Y esto, como en el caso
de la digestión, debe de ocurrir inconscientemente, está grabado en el DNA del acto de ofrecerse
A la base del amor de ofrecerse a otra persona, está el ser para ella su apoyo, su ayuda a lo largo su vida,
para que llegue a ser ella misma. Como la comida al interior del cuerpo renovando, fortaleciendo,
revitalizando todas sus partes, del mismo modo el espíritu que une a la pareja en esa donación corporal,
ese espíritu tiene que ir fortaleciendo, revitalizando, esa vocación de que mi cónyuge, mi pareja, llegue a
ser ella misma; esa misma vida irá creando “anticuerpos” contra situaciones que puedan interferir en
sus vidas a dos.
Algunos podemos encontrar la base para estas reflexiones al interior de nuestra fe, otros al interior de
otro tipo de prácticas tan válidas como las nuestras. Si hay amor a la base, lo tenemos que seguir
manteniendo, no sé si mejorándolo, porque no sé si se puede mejorar el amor, para hacer realidad
aquello de: ‘nadie ni nada separe lo que el AMOR – DIOS ES AMOR – ha unido’. Hoy día, expresiones
como “hasta que le muerte nos separe” chirrían; un pensamiento muy común es, que es inhumano
poner esa carga sobre alguien. . . no debe de quedar mucho de aquel sentir original, si lo hubo, de
ofrecer mi vida a mi cónyuge, mi pareja para que llegue a ser ella misma-él mismo.
Lo que ya se decía hace unos tres mil años, que el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a
su mujer y los dos serán UN SOLO CUERPO, parece ser más asequible al alma de la mujer. El hombre lo
tendría que aprender sentado a los pies de la mujer; asegurando además que los hijos serán fruto del
AMOR y no solo de hacer el amor. Posiblemente ésta sea una de las contribuciones pendientes de la
mujer para que la Humanidad crezca en armonía. Y adquiera más sentido lo que le oía decir a un colega
mío: “Dios nos ha creado en serio y no en serie.”
Si se ha llegado a que la pareja cenen juntos porque hay que cenar, si no disfrutan de esos actos
familiares, puede haber ya como un “divorcio espiritual.” Si esto se lleva al encuentro más personal si, especialmente la mujer intuye que el acto de intimidad total está vacío de todo contenido de donación. No sería raro que la mujer llegara a cuestionarse si hay amor.
Hará unos 30 años en un periódico chileno leía el resultado de una encuesta dirigida a hombres: se les
preguntaba que de qué se acusaban. La primera acusación resultó ser la soberbia, orgullo. La segunda:
No hacer feliz a la mujer en la cama.
Llegando a la finura que debe de haber en la donación mutua de los cuerpos, creo que también aquí el
hombre debe de ganar en sensibilidad, por mucho que pueda parecerle una cualidad femenina. En unos
encuentros sociales de fin de semana de parejas de matrimonios amigos, algunas de ellas llegaban
tranquilas al encuentro dado que:” He salido con los deberes hechos” y al volver a casa podía acostarse
tranquilamente. Esto ocurría en el País Vasco.
Posiblemente tenga mucho que ver la falta de “prolegómenos”, no solo para el crescendo en el
momento del encuentro, sino los que deben comportar la vida a dos. Por lo poco que uno haya leído,
para la mujer las expresiones externas, materiales de cariño, de cercanía además de manifestar la
esencia del amor diario, las “prepara”, las abre al deseo del encuentro más íntimo aunque ocurra horas,
días después.
Cuando una mujer se entrega de lleno, pone su total confianza en su pareja, el resto le sobra. Una joven
esposa como consecuencia de sus estudios universitarios, tuvo que hacer un servicio militar de un año.
Nos conocimos como al año de acabar el servicio militar. Al tiempo me pasó un poema que había
escrito, en el que como refrán, repetía: “Alivyoniacha, akanikuta” (Como me dejó, me encontró.) No asi
su marido. Me comentaba que durante todo ese tiempo no tuvo la menor necesidad ni deseo de
encontrarse con otro hombre y propuestas las tuvo. ´Mi marido vive´, aunque a unos 500 kmts –esa
certeza arropaba su vida. Esa fe suya en su marido era más fuerte que el deseo, la necesidad de todas
las manifestaciones externas de cariño, incluidos los encuentros más íntimos. La joven señora era
tanzana.
Tres situaciones distintas, en tres continentes distintos, con tres culturas distintas. A este nivel de la
manifestación del amor, la manera sentirlo, de vivirlo está enraizado en la condición humana
especialmente de la mujer.
Difícilmente el hombre puede intuir la hondura del alma de la mujer. Y quizás lo peor es que, ni siquiera
sienta la necesidad de intuirlo.
Algo que difícilmente podría escribir un hombre:
“Y te irás, como siempre, haciéndome una trampa. En realidad no te vas, pero tampoco estás. Y a la vez
estás TODO. Todo el tiempo y siempre. Y todo tiene algo de irreal, de inexistente, de ilusorio, de falacia,
de luz de vela. Y ese todo tan efímero, tan descompensado, tan sin pies ni cabeza, da una dimensión
distinta a cada día. Te hace posible que la “A” y la “ZETA, puedan intercambiarse en la mitad del
abecedario, hace posible que uno pueda soportar a la vez emociones contrapuestas. Pero yo creo que
no se puede vivir así. Me provocas en exceso; sobredimensiono los segundos; me acerco a ti siempre
con excusas maravillosas; me aprendo el mapa de tu país, y sus nubes, y sus lunas, y su polvo, y sus
piedras. . . me agrandas. Y espero encogida-encogida, a saber cómo entenderte de otro modo. Cuando
trato de hacerlo quiero imaginarte como una estrella fugaz (una mala comparación. Tú ya no puedes ser
fugaz. Ya no.) Pienso que eso me ayudará. Lo que ocurre es que no me lo creo. Y entonces. . . no me
sirve. De ti me sirven otras cosas: tu serenidad, tu calma, tu seguridad, tu sorprenderme, tu silencio, tu intuición. . . Crees que esas cosas son asuntos de algo así como fugaz? Dime que no.” (Fuente
desconocida)
Quizás los sentimientos expresados por un Esposo, puedan acercarse a lo arriba expresado:
“Retira tus ojos porque me subyugan. . . Quien es la que surge cual la autora, bella como la luna,
refulgente como el sol, imponente como batallones” “Que bella eres, que encantadora, oh amor, oh
delicias! Tu talle se parece a la palmera, tus pechos, a los racimos. . . Me dije: subiré a la palmera,
recogeré sus frutos. Sean tus pechos como racimos de uvas, el perfume de tu aliento como el de las
manzanas, tu paladar como vino generoso que va derecho hacia el Amado. . .Ponme cual sello en tu
corazón con un sello en tu brazo. Es fuerte el amor como la Muerte. . . saetas de fuego tus saetas.
Grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo” De “El Cantar de los Cantares.” El Esposo
es Dios y la Esposa todos y cada uno de nosotros-nosotras. Estos sentimientos mencionados del Esposo,
de Dios, se dirigen a cada uno de nosotros y nosotras: Somos como la que surge de la aurora. A cada
uno de nosotros Dios le dice “Retira tus ojos porque me subyugan. . .” El sello indica posesión.
“DIOS NOS HA CREADO EN SERIO.” Si lo creyéramos!
Citas sacadas Del Calendario de la ONG “África Directo”:
(Mayo 17 2019)”Ningún hombre está completamente casado hasta que entienda cada palabra que su
esposa no dice”
(10 Mayo 2019) “El corazón de un madre es un abismo profundo en cuyo fondo siempre encontrarás
perdón.”
“Si una madre publicara los silencios que guarda, se volverían santos los hijos al escucharlos” (Mayo 16
2019)
Ángel