Poemas y sentimientos · Salmo 118 · ¿A quién recurrir?
(Entre los años 1500 y 200 AC)
Para quien puede estar interesado, interesada, en el misticismo de personas, para quienes, Dios era todo: ya sintieran, vivieran, desearan. . . sus poros destilaban, “olían” a Dios. Un misticismo, una sabiduría “que se va coloreando de una profana religiosidad” (Introducción a los libros sapienciales).
Para aquellos místicos todo acababa en la tumba, en el sheol. No existía la vida después de la muerte. El dios de ellos, Yahveh, era uno entre los muchos dioses que habitaban en los cielos, aunque sus seguidores lo consideraran el creador de todos los demás dioses. Un dios preocupado por los pobres desde lo más hondo de sus entrañas.
Durante un tiempo, a través de la web, se ofrecerá un poema, un salmo, sentimientos de algunos de estos místicos humanos basados en su vivencia del amor de Dios a la humanidad, a la naturaleza, y, en especial, al pobre, dejando claro el rechazo frontal, al abuso de éstos, por parte de creyentes que le ofrecen sacrificios, oraciones, limosnas, incienso. Un dios que recibe aplausos y cantos de los ríos montes, árboles, estrellas, sol; animales salvajes. . . Un dios cuyo premio a los buenos era una vida larga en la tierra, acompañada de bienes. Pero ya con Job, aun en la pobreza más absoluta, rompiendo la fe en ese premio de bienes materiales, dios sigue vivo. Inspirando a esos abusados.” Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo allá retornaré; El Señor dio el Señor ha quitado: sea bendito el nombre del Señor.” (Jb 1, 21-22).
Santa Teresa de Jesús fue una de sus mejores discípulas: “Que si no hubiera infierno yo te temiera y si no hubiera cielo, te amara.” Al igual que aquellos místicos entendió que: “La medida de amar es amar sin medida”.
SALMO 118,145-152
¿A QUIÉN RECURRIR?
(Acercarse al salmo en silencio, despacio. Sin mayores pretensiones –aunque no ocurra nada. Dejarse llevar.)
Te invoco de todo corazón:
Respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
A ti grito: sálvame y cumpliré decretos,
Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Esperando en tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias,
Meditando tu promesa;
Escucha mi voz por tu misericordia,
Con tus mandamientos dame vida;
Ya se acercan mis inicuos perseguidores,
Están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
Y tus mandatos son estables;
Hace tiempo comprendí que tus preceptos,
los fundaste para siempre.
Mi alma está pegada al polvo;
Reanímame con tus palabras;
Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
Enséñame tus leyes;
Instrúyeme en el camino de tus decretos,
Y meditaré tus maravillas.
Mi alma llora de tristeza,
Consuélame con tus promesas;
Apártame del camino falso,
Y dame la gracia de tu voluntad:
Escogí el camino verdadero,
Deseé tus mandamientos.
Me apegué a tus preceptos,
Señor, no me defraudes,
Correré por el camino de tus mandatos,
Cuando me ensanches el corazón,