Abba Malaku (nombre con el que es conocido en la ciudad de Wukro, Etiopía, Malaku significa «Mi Ángel») es un misionero que ha desarrollado durante gran parte de su vida una labor humanitaria en Africa, desde hace más de 25 años la desarrolla en Etiopia, en la zona del tigray. Pero mejor que él mismo describa su propia labor:
Nací en Guipúzcoa, en Hernani, hace un montón de años. Trabajé durante 4 ó 5 años en un banco. Después, de alguna forma, me vino la idea de lo que era conocido como mundo de misiones o Tercer Mundo. Yo quería trabajar en África, lo tenía claro, y no sé por qué. Me puse en contacto con los Misioneros de África. Me ordené con 23 años, después del servicio militar, y cuando me preguntaron que dónde quería trabajar, yo tenía preferencia por Tanzania.
Para mi Jesús es una persona muy importante. Lo que Él me ha dado no me corresponde, no es mío, es para los demás. Se me ha dado gratuitamente y lo tengo que dar gratuitamente. Creo que el desarrollo personal está en función del trabajo que yo pueda hacer para los demás. Desarrollar lo que tengo yo pero no para mí, sino para ponerlo al servicio de los demás. De esa forma yo desarrollo también mi personalidad. Este es el concepto que tengo yo de Dios.
Por una parte la ideología social de Mireri, y por otra mi experiencia personal de Jesús, me trajeron a África. Estuve 20 años en Tanzania y llevo más de 25 en Etiopía.
Se dice que la Iglesia es la voz de los que no tienen voz, pero yo creo que los que no tienen voz, tendrían que ser la voz de la Iglesia. Pero hoy por hoy esa gente no tiene voz en la Iglesia. No se cuenta con ellos, ni se discute con ellos, no se programa con ellos. Son algo así como el objeto de nuestra caridad, y yo creo que tendrían que ser sujetos del desarrollo. Desde esa perspectiva trabajo.