JESÚS, HOMBRE Y SU PASIÓN

JESÚS, HOMBRE Y SU PASIÓN

Leí que, la pasión de Jesús, relatada desde el comienzo de su detención y la fuga de los apóstoles,
resulta ser muy escolástica, racional; las situaciones se le presentaban una detrás de otra, pero sin
llegar a manifestar lo que a él personalmente, interiormente le iban afectando.

La pasión anterior a la detención de Jesús:

La parte más íntima, personal de Jesús, fue la vivida en acontecimientos anteriores a su detención y
fuga de sus discípulos, en el Huerto de los Olivos. Él fue el protagonista.
Jn.12,27 Ahora mi alma está turbada. Y qué voy a decir ¡Padre líbrame de esta hora! Pero, “si he llegado
a esta hora para esto. Padre glorifica tu nombre”. Ya en la cena, habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el fin. . . Se levantó de la mesa, se quitó el manto y lava los pies a
los discípulos. “Comprendéis lo que os he hecho, también vosotros tenéis que lavaros los pies unos a
otros.”
Y nos deja su ley: Amaos unos a otros como yo os he amado”, con la promesa del Espíritu Santo.
1 Cort. 11,23-26: El Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó un pan, y, pronunciando la
acción de gracias, lo partió y dijo “Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Haced esto en
memoria mía”. Lo mismo con el cáliz, después de la cena, diciendo:” Este es el cáliz de la nueva alianza
sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía. Por eso, cada vez que coméis
de este pan y bebéis de este cáliz, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva.
Sacramentaliza su pasión para perpetuarla actualizándola en cada celebración eucarística, “en memoria
suya” – : casi como copiar y pegar.
Aquí ya los sentimientos positivos comienzan a ceder ante los negativos.
Jesús comienza a sentirte PROFUNDAMENTE CONMOVIDO, dado que uno de los suyos lo iba a entregar
Heb 4,16 . . . relata algunos de esos sentimientos: Cristo en los días de su carne mortal, a GRITOS Y
LÁGRIMAS presentó ORACIONES Y SÚPLICAS, al que podía salvarle de la MUERTE EN SU ANGUSTIA, y fue
escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, APRENDIO, SUFRIENDO, a obedecer.
Ya en el Huerto de los Olivos, después de haber cenado, Jesús adelantándose un poco, CAYÓ ROSTRO EN
TIERRA Y SUPLICABA: Padre, si quieres aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
En medio de su ANGUSTIA DE MUERTE, oraba con MÁS INSISTENCIA, y le bajaba SUDOR COMO DE
SANGRE hasta el suelo
Marcos por su parte menciona que sufrió PAVOR Y ANGUSTIA.

Sintió la NECESIDAD DE PRESENCIA cercana y llamó a Pedro, Santiago y Juan. Comenzó a sentir TRISTEZA
Y ANGUSTIA. Les dice: Mi alma está TRISTE HASTA EL PUNTO DE MORIR. Quedaos aquí y velad conmigo.
Regresó a ellos 3 veces y los encontró dormidos – sus ojos estaban pesados.
En este ambiente emocional, y como señal para detenerlo, Judas le BESA. Lo detienen y se lo llevan
ABANDONADO de todos. Pedro le sigue a una distancia.

La pasión después de su detención.

Hay dos episodios en los que se le menciona como autor de los mismos: una mirada a Pedro al canto del
gallo y cuando consuela a las mujeres de Jerusalén camino al Calvario, aquí acompañada de palabras:
“No lloréis por mí. . .
Ya preso, lo llevaron a la casa del Sumo sacerdote, reunido con escribas y ancianos. Ellos lo condenaron
a muerte; y se pusieron a escupirle, abofetearle, golpearle, hacerle burlas. De madrugada lo llevaron a
casa de Pilatos. Las conversaciones con él fueron “académicas”.
Pilatos propone al pueblo liberar a Jesús o a Barrabás. El gentío vociferando libera a Barrabás, crucifica
a Jesús Después de azotarle, lo entregó para que fuera crucificado. Los soldados lo desnudaron y le
echaron encima un manto de púrpura – signo de realeza – y trenzando una corona de espinas se la
pusieron sobre la cabeza y en la mano derecha una caña – cetro. Burlándose de él se arrodillaban, le
pegaban, escupían y con la caña le pegaban sobre la cabeza.
Jesús, lacerado de latigazos, desnudo, cubierto con un manto púrpura, la corona de espinas, una caña en
la mano y la cara llena de escupitajos declara a Pilatos, SOY REY.
Mucho de su recorrido al Calvario, cargando la Cruz, tuvo que ir afectándole emocionalmente: el
domingo anterior, cinco días antes, montado en una burra entra en Jerusalén, ante la admiración y la
alegría de la gente; es aclamado con ramas y prendas colocadas en el suelo por dónde iba a pasar,
además de cantos. Ahora cargando la cruz, el gentío le insulta, vocifera que le crucifiquen; en todo el
camino las jerarquías eclesiásticas van instigando a la población.
Estando ya clavado, los pasantes le injurian, así como los sumos sacerdotes, los escribas y ancianos.
Desde la cruz su protagonismo está relacionado con: “tengo sed”; se dirige a su madre y a Juan,
dejándola con él; la promesa al buen ladrón, y, pide al Padre que perdone a sus verdugos.
Con sus últimas palabras en la Cruz, expone su alma perdida: PADRE, POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
Excepto este reproche a su Padre, ningún acontecimiento expone su condición psíquico espiritual

Reflexiones

El sufrimiento psíquico espiritual de Jesús está por encima de similar sufrimiento por parte humana. Su
íntima vivencia con Dios Padre, está muy por encima de la de cualquiera de nosotros: a mayor
intensidad de vivencia, mayor intensidad de sufrimiento.
Jesús, no sufrió la muerte de un hijo/a, del cónyuge. . . pero lo que sufrió en intensidad podría
equiparase, sino superar, a todo género de sufrimiento humano.
A veces damos por hecho de que como Jesús es Dios, pasaba por esos estados, como si no tratara de él.
Leemos los pasajes sobre la ANGUSTIA DE MUERTE, PAVOR, NECESIDAD DE PRESENCIA AMIGA, como
de pasada, sin ponernos a pensar ni siquiera que lo hemos leído, oído.
Toda una letanía de sentimientos, cada cual más cruel que iban mermando su ente.
San Pablo insiste ante los filipenses, en cómo se nos presentó Jesús: “El cual, siendo de condición divina,
no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo, tomado condición de siervo. .
. y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.”
La sangre derramada constituye el sello de la operación: “la nueva alianza sellada con mi sangre.”
Detalle que se nos pasa por alto.
Todo un abismo entre lo que vivió, ofreció, y nuestra indiferencia ¿por conocido? ante la lectura de los
hechos. Posiblemente Jesús se vaya preguntando: ¿no se darán cuenta de que, de alguna manera, les
atañe aquello de: no echéis perlas a los cerdos?
Sin este dolor psíquico espiritual, como lo leía, su dolor físico apenas hubiera podido conmocionarle:
Jesús, antes del primer escupitajo, llega con los sentidos embotados, toda una noche atormentado; sin
descanso, humillado, cargado de latigazos y escupitajos, con la corona de espinas, la cruz sobre sus
hombros, el pueblo contra él. . .como deseando que, acabe cuanto antes
Y con este imagen asimilada interiormente San Pablo dice: “No tenemos un Sumo Sacerdote que no
pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino que probado en todo igual que nosotros, excepto en el
pecado.
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Ángel Abril 2024

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