«Mi sentir en Etiopía»
Compartimos hoy con todos vosotros una carta que ha enviado una persona que ha visitado Etiopía recientemente. Es una carta llena de reflexiones, que refleja el sentir de alguien que vuelve con el alma agradecida, llena de todo lo que ha visto y sentido. De todas las lecciones aprendidas.
«Mi sentir en Etiopía», por Felisa Ullate.
Quiero agradecer la oportunidad que se me dio de poder sentir África en mi alma, con todo lo que ello implica.
El ultimo día en la reunión que tuvimos en Addis Abeba, Jorge dijo una frase que resonó en el fondo de mi ser: «EL SENDERO DE RETORNO A NOSOTROS MISMOS». Esta frase engloba mi experiencia en Etiopía.
En cada niño, en cada mujer, en cada ser de los que allí habitan me he podido mirar y lo que he visto no me ha gustado, se me han caído muchas estructuras, pero a la vez es una de las herramientas más valiosas que la vida me ha podido proporcionar, me ha servido para aprender tantas lecciones…
No tenemos ni idea de lo que significa AMAR, es nuestra primera lección. AMAR es COMPARTIR y… ¿Que es lo que compartimos nosotros?
Me cuesta creer que la zona etíope que hemos visitado pertenezca al mismo planeta que el nuestro.
El verdadero SERVICIO solo es posible realizarlo desde el Alma. Esto se lo he escuchado muchísimas veces a Jorge, creía saberlo, pero en esta experiencia es cuando verdaderamente lo he integrado, lo he sentido y vivido dentro de mí, desde ahí sí que es posible , porque cuando el traje de la personalidad cae, es tan fuerte lo que verdaderamente ES, que de no ser desde ahí, no es posible realizarlo. Ese es el Milagro.
NO mas EXPECTATIVAS, nos obstruyen, nos impiden la visión autentica. Recorremos el camino, llegamos, respiramos, nos sincronizamos y abiertos y conectados actuamos según la necesidad. No más programaciones, tenemos que desprogramarnos, entrar en el vacío y sentir.
Verdaderamente no se necesitan cámaras fotográficas para impresionar en tu memoria imágenes como las que vivimos.
Recuerdo una anciana que vivía en una habitación de barro, estaba ciega, sola, con la cadera rota, llena de dolor y postrada en un camastro de barro, tenia problemas urinarios y no podía desplazarse, por lo que estaba preocupada debido al olor que allí había, puesto que se percibía desde fuera, pero os aseguro que lo que se respiraba al entrar era su dolor, su soledad, su necesidad, su agradecimiento y todo su amor. Hicimos una Sanación y en esa Sanación sentí que los enfermos somos nosotros, por nuestra falta de humanidad y allí estaba perfectamente manifestada.
Historias como la de un niño retrasado, con la mirada perdida e incomunicado de un mundo que no sabia que simplemente era sordo.
Del Padre Ángel Olaran ¿que puedo decir? Hemos podido comprobar su gran labor humanitaria, pero lo que me ha impresionado es su «hacer» de papá de todos aquellos huérfanos con los que comparte su amor y lleva a cabo su proyecto de alimentación, salud, viviendas, enseñanza, etc.
Finalmente diré que como el verdadero proceso se vive cuando retornas al origen. Al volver a Alicante, en ese » metafórico» retorno coincidió con la fecha en la que hacia 27 años estaba dando a luz a una preciosa niña, mi hija, paría una vida y era como si ese mismo día me estuviese pariendo a mí de nuevo, con una nueva conciencia.
También quiero transmitiros que después de 36 años trabajando como enfermera en hospitales públicos, con los condicionamientos que eso conlleva, no ha sido necesario ningún tipo de vacuna.
Gracias nuevamente por este bello aprendizaje como ser humano y gracias a cada uno de los integrantes del grupo, cada uno de vosotros me habéis aportado algo bello. Un abrazo desde el Alma.