Carta de Navidad 2018

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Cinco mujeres en la genealogía de Jesús

El evangelista Mateo en la genealogía de Jesús, consideró necesario incluir el nombre de cinco mujeres, siendo María, una de ellas.

La primera fue Tamar, nuera de Judá, cuyo padre Jacob, junto a Isaac y Abrahán hace parte de los tres patriarcas del Antiguo Testamento. Tamar se casó con el primer hijo de Judá quien murió sin dejar descendencia. Judá siguiendo la ley de levirato, le dio en matrimonio a su segundo hijo, quien también murió sin dejar familia, y se negó a darle en matrimonio al tercer hijo. Tamar por respeto a su primer marido y a la ley del levirato se hizo la encontradiza con su suegro, ofreciendo el aspecto de una prostituta, a quien él no reconoció. Del encuentro nació Pares, uno de los abuelos de Jesús.

La segunda Rajab, la prostituta, como era conocida en Jericó, acogió a los dos espías que Josué envió a Caná para inspeccionar la Tierra Prometida, exponiendo su vida por protegerlos.

La tercera mujer Rut, moabita hija de una nación enemiga de los judíos. Elimelec, Noemí su mujer y sus dos hijos dado el hambre en Belén, tuvieron que emigrar a Moab a fin de tener una vida más digna. Sus dos hijos se casaron con dos jóvenes moabitas, siendo Rut una de ellas. Los tres hombres murieron sin dejar descendencia. Rut y Noemí regresaron a Belén y de Rut nació Obed miembro de la genealogía de Jesús.

De la cuarta solo sabemos que era una mujer excepcionalmente bellay que su marido, Uría, era un oficial del ejército del Rey David. Uría mostró tener un compromiso y respeto totales hacia el Rey. David vio a la mujer de Uría bañándose en el huerto y la deseó. Tanto es así que ordenó a sus oficiales que, en lo más duro de la batalla dejaran solo a Uría. Así lo hicieron y Uría murió dejando libre el camino a David, que lo aprovechó. De ella nació Salomón. La oscuridad en la genealogía vino del padre, el Rey David, por mucho que se arrepintiera y Dios le castigara por su crimen. Las otras tres probaron ser mujeres íntegras.

La quinta fue su madre María, quien del Espíritu Santo engendró a Jesús.

Tamar

Tamar: En su condición de viuda, aceptó la humillación de ser vista con un embarazo “anónimo”, a fin de salvar la dignidad de su primer marido cuyo nombre, dinastía pudo continuar en su sangre. Un embarazo de esa naturaleza robaba toda dignidad a cualquier madre e hijo, además de la repugnancia que le tuvo que suponer montar ese escenario y acostarse con su suegro. El mismo Judá al enterarse de que estaba embarazada, la repudió de mala manera.

Por su parte Judá, aceptó pagar un cabrito a aquella mujer del camino. De los 12 hijos que tuvo Jacob, fue a Judá a quien lo había nombrado primogénito y lo bendijo con toda clase de bendiciones espirituales y humanas. Su hijo fue fruto de un cabrito y su apetito sexual. Es fácil entender el amor a su hijo y la alegría de su madre Tamar.

Rajab

La segunda mujer, Rajab, acogió en Jericó (Caná) a los dos espías que Josué envió a que inspeccionaran la condición de aquellos pueblos antes de decidir entrar con su ejército. Ella a riesgo de su vida protegió a los dos hombres, bajándolos por la ventana de su habitación colgados de una cuerda, después de haber enviado a los soldados locales que vinieron preguntando por ellos en una dirección opuesta a la que les dio a ellos. Rajah les pidió que, cuando entraran en Jericó, la liberaran con su familia y posesiones. Ellos para que la reconocieran le dieron un trapo rojo con la petición de que lo tuviera colgado en su ventana. Y así ocurrió. De ella que, además de prostituta no era judía, nació Booz, siendo Salmon el padre, miembro del árbol genealógico de Jesús.

Rut

La tercera mujer fue Rut, quien, a ojos cerrados, siguió a Noemí, madre de su marido. Ya viudas las dos. Y Noemí, con el agravante religioso de su ancianidad. Para aliviar en modo alguno la carga cultural en una nación extranjera, decidió volver a sus orígenes, Belén, pidiendo a sus dos nueras que volvieran a su pueblo, a sus dioses y rehicieran sus vidas. Rut decidió vivir con ella, allá donde fuera, confesando, “Tu dios será mi dios y tu pueblo será mi pueblo”.

Noemí supo que Dios la llamaba por un nombre nuevo: ´amargura` y no con el familiar que significaba algo así como dulce, delicada y que desde esa amargura tenía que crecer como persona; no algo de lo que tenía que huir, sino asimilar, hacerlo carne de su carne. Desde esa “altura” ella era quien controlaba, asimilaba la amargura y no viceversa. Creo que fue Nietzsche quien dijo algo cómo: “Me horroriza pensar en no ser capaz de vivir el dolor con dignidad”. Ella lo consiguió.

Joan D. Chittish, en su “Doce momentos en la vida de toda mujer”, página 58, sobre Noemí dijo que, entendió que: “Todo quehacer desaparecerá, solo el ser resplandecerá”. Ellas no creían que, en sus caminos Dios las llevaba en sus manos. Dejaban los territorios de los dioses de Rut y hasta que llegaran a Belén, donde adoraban a Yave como dios, estaban alejadas de sus dioses, pasaban por territorios bajo la protección de otros dioses. Creían que en Belén Dios las esperaba. En la página 118 del libro arriba mencionado leemos: “El mero hecho de que la mujer –Noemí- continúa luchando por esa plenitud, quizá sea el mayor acto de fe que pueda hacerse de un Dios justo y amoroso”.

Llegadas a Belén, entre las dos planearon cómo Rut se iba a encontrar con un familiar de Eleminec, Booz, con quien entró en matrimonio y de quien quedó embarazada de Obed, miembro del árbol genealógico de Jesús. Contra toda costumbre de la época, las mujeres de Belén presentaron el niño a la abuela quien lo cogió en sus brazos. Las dos mujeres fueron el alma del acontecimiento.

María

María, ya no era la representante del pueblo judío, del portador de la promesa del nacimiento del salvador, sino un miembro del “pequeño resto” de ese pueblo llano: de los sencillos, los pobres, los cojos y ciegos; los leprosos, los pastores, … Por una parte, de los que escuchaban la Palabra y la ponían en práctica y por otra, de los pobres sin más, solo por el hecho de ser pobres, abandonados, a quienes Dios ama de manera privilegiada, al margen de su fe y nacionalidad. La misma María alababa a Dios, no por haberla elegido para ser madre de Jesús, su Hijo, sino porque se había fijado en la humildad de su esclava, a la vez que, por dar de comer a los pobres y enviar a los ricos vacíos; por destronar a los poderosos y ensalzar a los humildes. Aun así, para que, lo que ocurrió, ocurriera, Dios espero al “Hágase en mi tu voluntad” de María.

Jesús

Siguiendo la fe de su madre, Jesús, en su camino pastoral, anuncia que ha venido a proclamar la buena nueva a los pobres, a liberar a los presos, dar la vista a los ciegos, curar a los leprosos… a la vez que nos invita a ser, siguiendo su ejemplo, “mansos y humildes de corazón”. En su mansedumbre y humildad, llamó zorro a Herodes, se enfrentó a la jerarquía religiosa de su tiempo, llamándolos raza de víboras, así como a los que ignoraban a los pobres: “Apartaos de mi vista, malditos, porque tuve hambre y no me disteis de comer”, y ahondando en ese desastre pastoral, con perdón, dio de narices con la cruz.

Ya en su árbol genealógico estaba Noemí, anciana humillada, abandonada, pero capaz de crecer de sus propias cenizas sociales y religiosas. Así como Rut confesó a su suegra que “Tu dios será mi dios”. De la misma manera Jesús, después de su resurrección dijo a sus hermanos, no ya discípulos: “Voy a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. Somos hijos en el Hijo. Seguro que también algo del DNA de estas dos mujeres impregnó los genes de Jesús.

Reflexiones del Padre Ángel Olaran

Jesús en su vida respetó y salvó a las prostitutas quienes, por ser prostitutas, en el reino de los cielos nos precederán a muchos. No se avergonzó de tener a Rajab y Tamar entre sus abuelas. Rajab arriesgó su vida por dos hombres. Tamar lo hizo para apoyar a su primer marido. Conozco a mujeres que, como Tamar, han tenido que aceptar el sacrificio de prostituirse para apoyar a sus padreshermanos, sus propios hijos, para que en sus hogares entre algo del Pan nuestro de cada día. No dudo que el sacrificio corporal de muchas de estas mujeres está más cerca del sacrificio de la cruz que celebramos en muchas de nuestras misas.

Conozco a varias de estas mujeres que, una vez obtenido un crédito con el que organizar sus vidas han cambiado de profesión, se han visto liberadas de esa carga, llegando a tener actividades sociales en su entorno. Creo poder decir, que no me hubiera avergonzado si alguna de ellas hubiera llegado a ser mi madre. Así como he visto a mujeres llegar a ese sacrificio por sus hijos, cuando ocurría que era el padre quien enviudara, más de uno acabó en la bebida.

Estas reflexiones y las que siguen, no intentan ser una crítica de partido alguno ni de ningún grupo religioso, sino solo unas interpretaciones de lo que creemos que pudiera ser el criterio de Dios, el gran ausente en la vida social humana, incluso al interior de la Iglesia. Los ingleses dirían “wishful thinking” – algo así como, ojalá sea así.

“Quien de vosotros no tenga pecado que le eche la primera piedra”

Hará unos meses que, en el Estado Español, parte del estamento oficial de las mujeres se felicitaba por haber conseguido que las, putas, perdón, las agentes comerciales del sexo, volvieran a su condición de no poder contar con derecho alguno laboral o algo del estilo. ¡Cómo vamos a poder aceptarlas integradas en nuestras leyes laborales!!!! ¡Degradaría a las mujeres! Solo faltaba que se hubieran rasgado sus vestiduras.

Por otra parte, no he tenido noticias que hayan denunciado a quienes mantienen los prostíbulos y las esclavizan, ni creo que se les haya ofrecido la posibilidad de un trabajo, aunque no fuera mucho más digno del actual, según el criterio de Dios, pero pudiera pasar como tal. Se podría interpretar como que las pisoteaban en su fango, por mucho que no hayan prostituido sus almas, al igual que Tamar. Y no es raro que una mujer, no enfangada en ese fango, se dirija a otra con un “hija de …”, o suelte con la mayor elegancia un “cagwen la …”, o un “de … madre” – aunque se haga inconscientemente.

¿Quién de nosotros, hombres y mujeres, siguiendo el reto de Jesús a los que esperaban que se juzgara, según la ley a la adultera allí presente, echaría la primera piedra sobre alguna de las de hoy? “Quien de vosotros no tenga pecado que le eche la primera piedra”. Cuantas personas, hombres y mujeres, están metidas hasta las entrañas en negocios sociales, económicos que las enfangan en un fango mucho más pegajoso, haciendo imposible que a esas otras casas entre algo del Pan nuestro de cada día. Seguro que ellas, las agentes comerciales, habrán rozado codos en más de una iglesia, compartiendo del mismo PAN, y rezando el Padre Nuestro, habrán pedido fervorosamente por ese pan nuestro de cada día, cuando las personas del otro grupo tienen asegurado el pan de miles de años, sin la menor empatía por los que no les llegan ni las migajas. ¡Mientras no prostituyamos el cuerpo! – al menos sin que se sepa. Más de una vez se ha oído decir que ellas son las confidentes para más de uno de los honrados ciudadanos, y ese encuentro a dos no tiene las consecuencias sociales tan nefastas como muchas de las profesiones blancas.

Y Dios se hizo Jesús

Se sabe que también en otras culturas, tradiciones se habla de encarnaciones de dioses. En la tradición judía nunca ha habido una cultura sobre la venida de un dios encarnado. Dios era el creador; iba enviar un salvador cuyo nombre sería Emmanuel – Dios con nosotros; los guió por el desierto; les dio los 10 mandamientos… La noticia del nacimiento virginal de Jesús tiene el origen en el relato de dos mujeres, María e Isabel y en una revelación que recibió José, pidiéndole que acogiera a María, su prometida, embarazada por obra de Dios, antes de que él, José, la “conociera”. Conocer en la literatura bíblica significa también – mantener una relación sexual.

Ya la primera comunidad cristiana, con ese testimonio, creyó en la concepción virginal de María, aun teniendo en cuenta que, en la tradición judía el testimonio de la mujer no era válido. Con ese bagaje, no se crea una tradición. Y Dios se hizo Jesús; tergiversó muchas conductas sociales y religiosas, aceptando ser coronado Rey en el trono de la cruz. ¡Trono en el que, siendo Dios sufrió al máximo, el abandono de Dios – quien me compra un lío!.

“Os deseo todo lo bueno”

Os deseo que, celebrando el acontecimiento Jesús, valoremos sus criterios, su serenidad. Aceptó a nacer de una amplia familia en la que no faltaron extranjeras, migrantes en busca de una vida más digna; con su familia fue un refugiado; hubo prostitutas, criminales, reyes, exaltados sexuales, pobres como su familia a tres. En su equipo de 12 apóstoles, los había de todos los colores, desde el zelote al recaudador de impuestos y el mismo Judas.

También os deseo todo lo bueno que se desea a buenos y a malos, que también se benefician del agua que cae sobre todos.  De alguien oí: “Sed mejores porque buenos ya sois”.

Ángel

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